Todos en algún momento de nuestra vida nos hemos sentido frustrados, ya sea por situaciones que nos ponen a prueba o cosas sencillas, que en verdad son la gota que colma el vaso.
En este artículo, te enseñaremos qué es la frustración, sus causas, las consecuencias de su mala gestión y te daremos consejos para lidiar con esas situaciones que pareciera que van a poder con nosotros, pero que, al final, no nos derrotan, sino que nos ayudan para salir mucho más sabios y fuertes.
¡Empezamos!
La frustración es el sentimiento que se genera cuando una persona no logra satisfacer sus necesidades, deseos o expectativas con respecto a cierta situación.
En aquellos que tienen baja tolerancia hacia estas situaciones, puede cambiar su estado de ánimo de formas algo drásticas, lo que demuestra sentimientos de enojo, ansiedad o tristeza. Los que tienen un nivel de tolerancia más alto, en cambio, pueden sentir cierto nivel de decepción, pero sus cambios de ánimo no suelen ser tan drásticos, pese a que no se cumplieron sus expectativas.
El punto clave radica en la forma en la que cada uno afronta las situaciones negativas, más que la situación negativa en sí misma. Saber que no todo va a salir siempre como queremos y aceptar la realidad tal y como es son aspectos fundamentales para combatir la sensación de frustración.
La tolerancia hacia la frustración se puede trabajar, es un ejercicio de consciencia que se debe realizar desde la infancia. Es normal ver a niños pequeños hacer rabietas y frustrarse con facilidad porque no tienen las herramientas para manejar la situación, pero si se les enseña desde pequeños a aceptar las cosas tal y como son, más adelante, en la edad adulta, serán personas con un mayor desarrollo personal y poseerán una respuesta emocional más madura hacia los problemas.
Existen dos tipos de frustración:
Esta frustración proviene de ver que nuestros esfuerzos no están obteniendo los resultados esperados. Sabemos cuánto nos cuesta algo, pero si no se están dando las cosas por algo que estemos haciendo mal o de forma incorrecta, tenemos cierto control para poder hacer que las cosas cambien a nuestro favor y, así, sustituir la sensación de frustración por la del esfuerzo en hacer un cambio que va a mejorar nuestra situación.
Ocurren cuando el foco de atención ya está fuera de nuestro control y, precisamente por eso, debemos dejar los sentimientos negativos de lado. Por más que nos podamos preocupar por situaciones que escapan de nuestras manos, al final no ganamos nada con eso.
No hay nada en nuestro poder que nos permita cambiarlo, solo hay que ir con la corriente y hacer lo que podamos por desembarcar en un buen puerto.
Las personas con baja tolerancia a la frustración suelen tener las siguientes características:
Las personas tienen reacciones emocionales diferentes ante una misma situación y eso tiene diferentes motivos. Algunos de estos son los que te listamos a continuación:
Muchos opinan que cuando los niños empiezan a desarrollar actitudes egoístas y egocéntricas, hay que «corregirlos», pero lo cierto es que son parte natural de su proceso de desarrollo y evolución como personas.
Al etiquetar estas actitudes como algo negativo, solo les estamos negando el acceso a herramientas para que en su adultez sepan manejar estas actitudes de forma saludable.
La cultura y las costumbres de los lugares en los que somos criados afectan directamente en nuestro desarrollo personal y en nuestro funcionamiento como personas, tanto de forma personal como interpersonal. Todos habremos escuchado que las sociedades de países como Japón son notablemente más diferentes a las que tenemos en Latinoamérica, pero lo cierto es que la cultura de ese país es lo que permite que sus habitantes sean de determinada manera, lo cual no es aplicable a otros países que ya tienen su propia cultura y costumbres.
Los aspectos biológicos y genéticos de un individuo también pueden determinar sus habilidades innatas, entre las cuales se encuentra la tolerancia hacia la frustración.
Así como se puede trabajar la tolerancia a la frustración, la empatía también es un aspecto que podemos y debemos trabajar día a día, no solo para relacionarnos con los otros, sino también para tener una mejor relación con nosotros mismos. Hacerlo, fomentará nuestro amor propio e, inevitablemente, al querernos más y de una forma mucho más honesta, podemos ofrecer lo mismo al mundo.
Al no manejar nuestros sentimientos correctamente, podemos vivir una serie de dolorosas consecuencias que pueden afectar profundamente nuestra vida cotidiana, nuestra salud mental y nuestras relaciones con nuestros seres queridos. Algunas de estas pueden ser:
La frustración puede hacernos sentir rabia y enojo. Según la teoría de la frustración-agresión de John Dollard y Neal Miller, cuando uno se frustra y se enoja, quiere dirigir esos sentimientos de violencia y rabia hacia aquello que le causó ese sentimiento, pero como esto no es socialmente aceptado o correcto, lo redirigen hacia algo o alguien más. El ejemplo más típico podrían ser las personas que cuando se frustran y se enojan, golpean paredes, puertas, lanzan cosas, etc.
Cuando uno pasa mucho tiempo frustrado o enojado, esos sentimientos se van transformando en una tristeza profunda que puede terminar en un cuadro depresivo del cual la persona no sabe cómo salir.
Lo cierto es que si no te tienes la suficiente confianza, nadie lo va a hacer por ti. Por eso, las personas con baja autoestima suelen frustrarse con mayor facilidad: no se tienen la suficiente fe como para lograr las cosas y eso ocasiona que no las logren, lo que conduce a más frustración y más baja autoestima.
El estrés y la frustración van de la mano, son sentimientos que se sobreponen. Sentirse frustrado ocasiona estrés, y el estrés ocasiona más frustración: todo se convierte en un círculo vicioso.
Es normal que algunos lidien con los sentimientos de frustración con hábitos que los tapen de forma sencilla e inmediata, como beber, usar drogas, fumar, atracones de comida, en fin, cosas que afectan directamente a la salud del individuo y pueden traer muchas consecuencias a corto o largo plazo.
Como hemos mencionado anteriormente, la frustración se asocia a sentimientos de rabia y a un determinado descontrol emocional, por lo que para empezar a lidiar con ello, debemos mantener la calma, respirar profundamente y seguir estos pasos:
Es igual de valioso reconocer nuestras limitaciones, porque eso nos ayudará a plantearnos metas más realistas, a facilitarnos más nuestro propio proceso y a evitar situaciones frustrantes. Pero si ocurren, sabremos llevarlas sin perder la calma.
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