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¿Qué es el insomnio? Conoce sus causas y tratamiento

Por 
Equipo Editorial Sanarai
10 min.
 de lectura
Publicado el 
19/9/2024
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¿Qué es el insomnio?

El insomnio es un trastorno del sueño caracterizado por la dificultad para conciliar el sueño, mantenerlo o lograr un descanso óptimo. Este problema puede persistir incluso cuando se dan las condiciones ideales, como seguir un horario regular de sueño, dormir el tiempo recomendado y tener una adecuada higiene del sueño.

Aunque es difícil definir con precisión cuándo el sueño es patológico, generalmnte se considera normal no tardar más de 30 minutos en quedarse dormido o al intentar dormir nuevamente tras despertarse durante la noche. Este intervalo, conocido como «latencia del sueño», tiende a ser más corto en niños, adolescentes y adultos jóvenes.

¿Cuáles son los tipos de insomnio?

Existen diferentes tipos de insomnio y se pueden clasificar de dos formas: por su duración y por su momento de aparición: 

Tipos de insomnio según su duración

  • Insomnio crónico o a largo plazo: es la dificultad para dormir al menos tres veces por semana durante tres meses. Puede estar relacionado con problemas de salud mental, consumo de estimulantes, o afecciones médicas, aunque a veces no se identifica una causa clara (insomnio primario).
  • Insomnio agudo o a corto plazo: se caracteriza por su corta duración de menos de tres meses y suele estar relacionado con el estrés y cambios en el entorno u horario de sueño. Es más común en mujeres y personas mayores, afectando entre el 15% y el 20% de la población anualmente.

Tipos de insomnio según su aparición

  • Insomnio de conciliación: se refiere a la dificultad para quedarse dormido, lo que implica un aumento en la latencia del sueño, es decir, el tiempo que se tarda en iniciar el sueño.
  • Insomnio de mantenimiento o intermitente: es la incapacidad de mantener el sueño durante la noche, manifestándose como despertares frecuentes o la dificultad de volver a dormir tras despertarse. Esto afecta la estructura del sueño y reduce el tiempo de sueño profundo.
  • Insomnio de despertar precoz: ocurre cuando la persona se despierta antes de la hora deseada y no puede volver a dormir. Si bien algunas personas se levantan temprano por costumbre, este tipo de insomnio solo se considera problemático cuando provoca cansancio durante el día.
  • Insomnio mixto: se da cuando una persona experimenta simultáneamente dos de los tres tipos de insomnio mencionados (conciliación, mantenimiento o despertar precoz).
  • Insomnio global: es una forma severa en la que se presentan los tres tipos de insomnio al mismo tiempo (dificultad para conciliar el sueño, mantenerlo y despertar precozmente), lo que provoca un descanso insuficiente y de mala calidad.

Síntomas del insomnio

El principal síntoma del insomnio es la sensación de falta de energía, lo que provoca muchos de los problemas durante el día. Otros de los síntomas más comunes del insomnio son:

  • Frustración al no poder dormir: sentir enojo o impotencia por no lograr conciliar el sueño.
  • Sensibilidad emocional: tal vez te sientas más emocional de lo normal, con ganas de llorar o con el estado de ánimo bajo.
  • Dificultad para tomar decisiones: las tareas cotidianas pueden volverse más complicadas cuando no has descansado lo suficiente.
  • Mayor propensión a enfermarse: la falta de sueño puede debilitar tu sistema inmune, haciéndote más vulnerable a enfermedades.
  • Cambios en el apetito: puede que sientas más hambre o antojos de alimentos poco saludables cuando no duermes bien.
  • Problemas de memoria: no solo puede afectar la memoria reciente, sino también recordar información importante de más tiempo atrás.
  • Espasmos musculares: algunas personas pueden sentir sacudidas involuntarias mientras intentan dormir.
  • Sentimiento de desconexión: es posible que te sientas como si estuvieras en piloto automático durante el día, desconectado de lo que te rodea.
  • Visión borrosa: la falta de sueño puede incluso afectar tu vista, haciéndote ver las cosas menos claras de lo normal.

Causas del insomnio

El insomnio es un trastorno multifactorial que puede tener diversas causas, las cuales suelen coexistir en una misma persona. Entre las principales causas se incluyen:

  • Malos hábitos de sueño: tener horas de sueño irregulares, realizar actividades estimulantes o usar dispositivos electrónicos antes de acostarse pueden dificultar el sueño. La luz azul de estos dispositivos suprime la melatonina, afectando la calidad del descanso.
  • Alimentación abundante: consumir grandes cantidades de comida durante la noche puede provocar malestar, como acidez o pesadez estomacal, lo que dificulta la conciliación del sueño.
  • Consumo de estimulantes y alcohol: bebidas con cafeína, nicotina y alcohol pueden perturbar el sueño. La cafeína y la nicotina son estimulantes que dificultan dormir, mientras que aunque el alcohol puede inducir sueño al principio, interfiere con las fases más profundas del descanso.
  • Entorno y ocupación: factores como el trabajo nocturno, el ruido ambiental, la luz excesiva o temperaturas incómodas pueden alterar el ciclo natural del sueño. Además, los viajes a diferentes zonas horarias pueden desestabilizar el patrón de sueño, provocando insomnio.
  • Condiciones médicas crónicas: la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), el reflujo gastroesofágico (ERGE) y el dolor crónico son patologías que pueden dificultar tanto conciliar el sueño como mantenerlo a lo largo de la noche.
  • Trastornos del sueño: afecciones como la apnea del sueño, el síndrome de piernas inquietas y las parasomnias (como el sonambulismo) interfieren directamente en la calidad del descanso.
  • Factores hormonales: cambios hormonales relacionados con el embarazo, la menstruación o la menopausia pueden incrementar el riesgo de insomnio, afectando la calidad del sueño.
  • Estrés y ansiedad: los altos niveles de estrés o estrés postraumático y los trastornos de ansiedad pueden sobreestimular la mente y dificultar el relajarse para dormir. Preocupaciones laborales, personales o financieras suelen estar entre las principales causas.
  • Depresión: la depresión puede causar alteraciones en los patrones de sueño, desde insomnio hasta hipersomnia, dificultando tanto conciliar como mantener el sueño.
  • Factores genéticos: en casos poco comunes, trastornos hereditarios como el insomnio familiar fatal pueden provocar un insomnio severo y, en última instancia, poner en riesgo la vida.

En muchos casos, las causas del trastorno de insomnio son una combinación de estos factores, por lo que es importante abordarlas de manera integral para que tu calidad de vida no se vea afectada.

Factores de riesgo del insomnio

Cualquier persona puede desarrollar insomnio en algún momento de su vida, pero ciertos factores aumentan el riesgo de padecerlo:

  • Sexo femenino: las mujeres tienen un mayor riesgo de insomnio debido a los cambios hormonales asociados con el ciclo menstrual, el embarazo y la menopausia, los cuales pueden alterar los patrones de sueño.
  • Edad avanzada: con el envejecimiento, los cambios en los patrones de sueño y el deterioro general de la salud hacen que las personas mayores de 60 años sean más propensas a sufrir insomnio.
  • Trastornos de salud mental o afecciones médicas: condiciones como la depresión, la ansiedad, el dolor crónico, la presión arterial alta, o la enfermedad cardíaca pueden dificultar el descanso y las actividades diarias. Estas afecciones contribuyen a la interrupción del sueño.
  • Situaciones estresantes: el estrés agudo provocado por problemas laborales, académicos o familiares puede desencadenar insomnio. Además, puede hacer que se prolongue en el tiempo.
  • Horarios de sueño irregulares: cambios constantes en el horario de trabajo o viajes frecuentes pueden desajustar el ciclo natural del sueño, lo que aumenta las probabilidades de sufrir insomnio.
  • Antecedentes familiares: si hay historial de insomnio en la familia, existe una mayor predisposición genética a desarrollar este trastorno.
  • Estilo de vida: factores como rutinas de sueño desordenadas, interrupciones frecuentes durante la noche, siestas largas en adultos mayores, por ejemplo, o la falta de actividad física pueden incrementar el riesgo de padecer insomnio.

¿Cómo se diagnostica el insomnio?

Para diagnosticar el insomnio, el médico debe realizar la evaluación siguiendo los criterios establecidos en la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-5).

El diagnóstico puede ser realizado tanto por médicos de atención primaria como por especialistas en psiquiatría. Generalmente, se realiza cuando una persona tiene dificultades para conciliar o mantener el sueño al menos tres noches por semana durante un periodo de tres meses, a pesar de contar con condiciones adecuadas para dormir.

El proceso de evaluación suele incluir los siguientes pasos:

  1. Historia clínica: se revisan los síntomas actuales, antecedentes médicos personales y familiares, así como el uso de medicamentos.
  2. Historial del sueño: se analiza la duración y regularidad del sueño, las actividades previas a dormir y el entorno en el que la persona duerme.
  3. Examen físico: se realiza para descartar problemas médicos que puedan estar contribuyendo al insomnio.
  4. Estudio del sueño: en ciertos casos, se recomienda una polisomnografía para evaluar la calidad del sueño y la respuesta fisiológica del cuerpo durante la noche.

¿Cómo se puede tratar el insomnio?

El tratamiento del insomnio depende de su tipo, causas y gravedad. Las opciones más comunes incluyen:

1. Identificar y corregir la causa de origen

Si durante la evaluación del paciente se detecta una condición que pueda ser la causa del insomnio, la corrección de esta condición es el primer paso que se debe tomar al tratar a la persona con insomnio.

2. Cambiar los hábitos de sueño

En caso de no encontrarse una causa de origen del insomnio, entonces practicar un buen hábito del sueño es lo primero que se debe intentar para conciliar el sueño con más facilidad y permanecer dormido durante toda la noche.

3. Realizar Terapia Cognitivo-Conductual (TCC)

Este plan psicológico de 6 a 8 semanas, recomendado como primera opción para tratar el insomnio crónico, enseña al paciente a conciliar el sueño más rápido y dormir mejor. Es muy eficaz y se compone de varias etapas:

  • Terapia cognitiva: reduce la ansiedad relacionada con la incapacidad de dormir.
  • Terapia de meditación: promueve la relajación y facilitar un inicio más rápido del sueño.
  • Educación del sueño: enseña a los pacientes hábitos saludables para mejorar la calidad del descanso y evitar problemas de sueño.
  • Terapia de restricción del sueño: limita el tiempo en la cama para acostumbrar al cuerpo a asociarla solo con el sueño.
  • Terapia de control de estímulos: implica acostarse solo cuando se tiene sueño y levantarse si no se puede dormir para reforzar la asociación entre la cama y el acto de dormir.

4. Tomar medicamentos

Los medicamentos para el insomnio, generalmente sedantes o hipnóticos, suelen requerir receta médica y, aunque algunos son de venta libre y pueden mejorar el sueño, es importante usarlos solo bajo atención médica debido a sus posibles efectos secundarios. Algunos de estos son:

  • Preparaciones herbales: el té de tila y la valeriana son remedios naturales que ayudan a relajar el sistema nervioso y promover el sueño. El té de tila tiene propiedades sedantes suaves, mientras que la valeriana puede reducir el tiempo para conciliar el sueño.
  • Antihistamínicos de primera generación: medicamentos para alergias con efectos sedantes que pueden inducir el sueño. Sin embargo, su uso prolongado puede causar somnolencia diurna y otros efectos secundarios.
  • Suplementos de melatonina: hormona natural que ayuda a regular el ciclo sueño-vigilia. Los suplementos son útiles para ajustar el ritmo circadiano en casos como el desfase horario o el trabajo nocturno y se pueden conseguir en venta libre.
  • Benzodiacepinas: medicamentos que promueven el sueño actuando sobre el sistema nervioso central. Efectivos a corto plazo, pero pueden causar dependencia y efectos secundarios como somnolencia diurna.
  • Antagonistas de los receptores de la orexina: medicamentos que bloqueen la orexina, un neurotransmisor que mantiene la vigilia, ayudando a inducir el sueño sin los efectos sedantes de otros tratamientos.

¿Qué puedes hacer para dormir mejor?

Para mejorar el sueño, es fundamental establecer una rutina regular. Intenta acostarte y levantarte a la misma hora todos los días, incluso los fines de semana, ya que esto ayuda a sincronizar tu reloj biológico, facilitando conciliar el sueño de manera natural.

Crear un ambiente propicio también es clave. Asegúrate de que tu habitación esté oscura, fresca y tranquila. Reducir el uso de pantallas y la exposición a luces brillantes al menos una hora antes de dormir promueve la producción de melatonina, la hormona que favorece el descanso.

Finalmente, evitar el consumo de cafeína, alcohol o comidas pesadas antes de dormir. Opta por actividades relajantes, como leer o meditar, que te ayuden a desconectar del estrés diario y preparar tu cuerpo para un descanso reparador.

¿Cuáles son los efectos del insomnio en la salud mental?

El insomnio impacta la salud mental al aumentar el estrés y la ansiedad, ya que la falta de sueño eleva los niveles de cortisol, la hormona del estrés y puede agravar otros trastornos mentales preexistentes. Esto genera un círculo vicioso en el que el insomnio crónico alimenta la ansiedad y dificulta aún más el descanso adecuado.

También existe una fuerte relación con los trastornos del estado de ánimo, particularmente la depresión. Esta falta de un buen descanso impide que el cerebro realice procesos vitales durante el sueño, como la regulación emocional y la consolidación de la memoria, lo que genera mayor irritabilidad y cambios de humor.

Por último, el insomnio crónico puede contribuir al desarrollo de trastornos mentales graves como el trastorno bipolar y el trastorno de estrés postraumático. La alteración de los ritmos circadianos y la regulación emocional agrava los síntomas de estos trastornos, como las pesadillas o la hipervigilancia.

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